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Uso inteligente de la ventilación para la purificación de espacios cerrados

En el mundo moderno la mayor parte de nuestra vida transcurre en espacios cerrados. Sea en el hogar, oficina, transporte, recreación o comercio; casi siempre estamos rodeados de barreras físicas que nos aíslan de factores ambientales que serían contraproducentes a la actividad que realizamos, brindándonos seguridad y confort.

Sin embargo, esta protección conlleva una inversión en términos de iluminación y ventilación artificiales, principalmente.

La iluminación, si bien representa un reto importante para los diseñadores, resulta relativamente sencilla de instalar, cuantificar, modificar y muchas veces se resuelve satisfactoriamente combinando la luz natural con la luz eléctrica.

La ventilación, por otro lado, representa un reto más complejo ya que esta incluye la inyección de aire fresco, su tratamiento, acondicionamiento y extracción del aire viciado; etapas entre las que existe un delicado balance y compromiso.

En la situación de pandemia que vivimos se ha compartido mucha información y recomendaciones, incluso contradictoria. Pero lo que ha sido constante es que el riesgo de contagio se multiplica en espacios en los que se agrupan personas sin una adecuada circulación de aire.

Lamentablemente, esta situación se cumple en muchos de los ambientes que solemos frecuentar: transporte, ascensores, oficinas, tiendas, consultorios, etc. Además, no resulta fácil de corregir porque son inherentes a la infraestructura, su diseño y funcionalidad.

Si a un edificio se le inyectara más aire del exterior con el fin de aumentar la circulación y reposición de aire fresco en su interior, se estaría aumentando la temperatura, la humedad relativa y la cantidad de polvo.

Con ello aumentaría la demanda de potencia al acondicionador de aire y la frecuencia de cambio de los filtros.

También es cierto lo opuesto: si se inyecta menos aire fresco del exterior a un edificio, se mantendría más estable la temperatura, la humedad relativa y habría menos polvo circulando; ello demandaría menos potencia al acondicionador de aire, se ahorraría energía y se requeriría de menor mantenimiento a los filtros.

Suena ideal, hasta que identificamos que estos beneficios serían a expensas de que las personas dentro de este edificio estarían respirando un aire viciado y contaminado.

Esta última condición es una mala práctica muy difundida de la que muchas veces somos víctimas por desconocimiento y por querer ahorrar costos operativos de manera intuitiva.

Ya que su evaluación es compleja y no existe una forma única e inmediata de valorar todos los parámetros involucrados en la calidad del aire. Básicamente, nos guiamos por la sensación térmica y el polvo visible sin prestar atención a otros aspectos más insidiosos.

Resulta muy común que terminemos pasando muchas horas en un espacio casi hermético en el que recircula el mismo aire una y otra vez, cada vez más pernicioso. Pero la opción de inyectar más aire fresco luce fuera del alcance práctico y económico.

prevención sanitaria - purificadores de ambiente (2)

La respuesta que suele darse a los propietarios y administradores de propiedades para esta disyuntiva es la implementación de purificadores de aire.

Estos equipos, en su mayoría móviles y de uso focalizado, funcionan forzando el aire a través de una serie de filtros de alta eficiencia que atrapan partículas tan pequeñas como 0.3 micrones, lo que incluye polvo, alérgenos, bioaerosoles y otros vehículos de los virus, además de bacterias y esporas.

Algunos incluyen filtros impregnados con carbón activado que tiene la propiedad de adsorber compuestos orgánicos volátiles y otros complementan su acción con una lámpara ultravioleta que esteriliza el aire que circula por el interior de su cámara.

La capacidad de los purificadores de aire está determinada por la superficie de sus filtros y la potencia de su ventilador, que muchas veces es usado en mínima velocidad para evitar ruido. Se conocen como purificadores pasivos ya que solo purifican el aire que circula a través de ellos sin producir efecto residual. Esto significa que el aire se puede recontaminar apenas sale del equipo y su alcance efectivo se limita al área más próxima a su uso, perdiendo eficiencia en los casos en los que hay entrada de aire fresco desde el exterior.

Curiosamente, estas limitaciones desaparecen al aumentar la escala de lo que consideramos un ambiente cerrado hasta abarcar nuestra gran morada: el planeta Tierra. En las capas altas de la atmósfera ocurre lo que se conoce como ionización catalítica radiante (RCI por sus siglas en inglés) en la que la luz ultravioleta proveniente del sol aporta energía a las moléculas de agua y oxígeno, haciendo que estas se recombinen en moléculas de alto poder oxidante que regeneran la atmósfera al eliminar compuestos y subproductos dañinos. 

Este fenómeno ha sido recreado en una celda compacta en la que se utiliza una lámpara UV dentro de una matriz de aleación hidrófila capaz de producir hidroperóxidos (H2O2), hidróxilos (OH-) y superóxiodos (O2-) que actúan sobre los contaminantes biológicos y químicos más comunes en los espacios que habitamos.

Adicionalmente, al producir partículas ionizadas estas cambian de polaridad y forman cúmulos densos que se precipitan, de manera que también se elimina el polvo y alérgenos suspendidos. Las celdas RCI fueron desarrolladas inicialmente por la NASA para su uso en la Estación Espacial Internacional y se encuentran disponibles comercialmente desde hace algunos años bajo la tecnología patentada ActivePure®.

 

celda RCIA diferencia de los purificadores de aire pasivos, los equipos con tecnología de celdas RCI ActivePure® producen compuestos activos oxidantes que se diseminan y eliminan eficazmente polvo, alérgenos, bacterias, virus, esporas y compuestos orgánicos volátiles que causan malos olores tanto en el aire como sobre las superficies en contacto. Esta dualidad es lo que los distingue y permite llamarlos purificadores de ambientes. Los compuestos oxidantes y los subproductos que se generan durante la higienización son inocuos para las personas y mascotas que ocupan los espacios y su consumo de energía es muy bajo, por lo que pueden permanecer encendidos en todo momento.

Las celdas RCI ActivePure® están disponibles en diferentes formatos para afrontar las diversas condiciones y escalas de los ambientes cerrados. Los equipos portátiles plug & play pueden ser usados en vehículos y ascensores, en habitaciones pequeñas y medianas y habitaciones grandes; hay celdas para fijarse en el cielo raso o incluso en consolas de aire acondicionado

Estas unidades son adecuadas para espacios continuos e interconectados; pero en los casos en que los ambientes están separados y hay poco intercambio de aire entre sí, resulta más convenientes optar por las celdas RCI ActivePure® fijas, ya que se pueden adaptar al sistema de aire acondicionado central existente y convertirlo en un purificador de ambiente de alta tecnología que abarque todos los espacios.

Estos modelos se integran a la ductería de suministro de aire acondicionado y aprovechan el flujo circulante. De esta manera, se diseminan los agentes purificadores que se van creando en la celda RCI. Variedad de tamaños y potencias permiten cubrir espacios desde 45m2 hasta 900m2 con una sola unidad, pudiéndose instalar tantas como sean necesarias en los ramales de la ductería para higienizar efectivamente todos los rincones.

tecnología induct ActivePure

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